
Ramón Fonseca Mora nació el 14 de julio de 1952 en la ciudad de Panamá. Abogado y escritor de cuentos panameños. Recibió desde niño una esmerada formación académica que habría de permitirle desarrollar, ya en plena madurez, su innata vocación literaria. Así, tras haber recibido una exquisita educación primaria y secundaria en el colegio La Salle, ingresó en la Universidad de Panamá para cursar estudios superiores de Derecho y Ciencias Políticas, materias en las que obtuvo una licenciatura que le abrió, años después, una espléndida trayectoria profesional en la sede ginebrina de las Naciones Unidas, donde prestó sus servicios por espacio de seis años. Previamente, había completado su formación académica realizando un curso de especialización económica en The London School of Economics.
Al tiempo que se esculpía este esplendido futuro profesional, Fonseca intento atender también esa vocación literaria que se le había manifestado con brío durante su época estudiantil , y comenzó a cultivar la prosa de ficción hasta tener completados varios relatos y la novela titulada La danza de las mariposas, una espléndida opera prima que fue galardonada en su Panamá natal con el prestigioso premio Ricardo Miró, en su modalidad de narrativa. Fonseca se reveló también como un consumado artífice en el complejo género de la narrativa breve, al que aportó una primera recopilación de relatos presentada bajo el título de La isla de las iguanas.
El éxito alcanzado por estos dos libros provocó que el renombre literario de Ramón Fonseca Mora rebasara los estrechos límites del panorama literario panameño para extenderse por todo el ámbito geocultural centroamericano y llegar, incluso, hasta ese continente europeo donde el escritor de Panamá había pasado tantos años de su vida. Y así, en efecto, tras la publicación de otra magnífica novela titulada La ventana abierta (1996), un sello editorial español dio a la imprenta en la Península Ibérica la que, hasta la fecha, es tenida por su obra maestra, aparecida bajo el título de Ojitos de Ángel (Madrid: Alfaguara, 1999).
En palabras de uno de sus editores, "sus escritos abordan temas del diario acontecer, que al desarrollarlos se convierten con sencillez y naturalidad, en una trama intensa, muchas veces anecdótica, que permite la identificación con el personaje y hace sentir la historia como propia". Otra de las señas de identidad que singularizan su magnífica prosa es la constante apelación al sentido del humor, así como el sostenimiento desde la primera hasta la última página de un humanismo cálido y directo que, por su sencillez y amenidad, llega con gran facilidad a todo tipo de lectores.
A continuación, observaremos algunos de los cuentos del autor. Pero antes de ver los cuentos, ¿Sabes tú, qué es un cuento?
Un cuento es una narración breve creada por uno o varios autores, basada en hechos reales o ficticios, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un argumento relativamente sencillo. El cuento es compartido tanto por vía oral como escrita; aunque en un principio, lo más común era por tradición oral. Además, puede dar cuenta de hechos reales o fantásticos pero siempre partiendo de la base de ser un acto de ficción, o mezcla de ficción con hechos reales y personajes reales.
Ahora que ya tenemos una idea de lo que es un cuento, podemos empezar a leerlos... “Abramos los libros y sumerjámonos en el mundo diferente , como por encantamiento, aparece ante nosotros.” Ramón Fonseca Mora.
El árbol de mango
El hombre salió al patio y observó por primera vez el árbol de mango. No era que nunca hubiera estado en aquel espacio abierto. Por el contrario, había transitado por allí incontables veces: al salir a su trabajo ; cuando se sentaba leer en la banca ennegrecida por la humedad que estaba cerca del estanque, y cuando deseaba estar solo, lejos del ruido de la casa. Pero era la primera vez que se detenía y veía el árbol de mango. Notó sus largas hojas que descendían como dedos finos y delgados alrededor de la copa redondeada. Tocó su tronco grueso, inmenso, repleto de cavidades y cubierto de protuberancias parecidas a los nervios y venas que se observa en las manos de un pianista o en las piernas de los atletas.
Pensó que aquel árbol debía de ser viejo, muy viejo. Quizás fue plantado allí por su padre; o por su abuelo; o por el padre de su abuelo. ¨¿Cuántos años tendrá?¨, se preguntó. ¨Qué antiguo es y ha estado allí todo este tiempo sin yo interesarme en él¨.
Recordó la casa de tablas que, una vez hace mucho tiempo, había clavado en una de sus ramas. Se acercó y pudo notar en lo alto d las cicatrices hechas por los clavos; y logró ver también la cabeza de uno de aquellos apéndices herrumbrados sobresaliendo de la piel arrugada, casi todo cubierto de savia viscosa y obscura, como si el árbol hubiese intentado sin éxito sacarlo de su cuerpo y curar su herida. Se vio niño, corriendo por el patio y subiendo a lo alto de aquellas ramas, gritando desde arriba mientras lo invadía aquella excitación del juego acalorado que solo los que viven sin preocupaciones pueden sentir.
Alargó su mano y tomó una de aquellas hojas alargadas entre sus dedos y, sin cortarla, la acarició. Le sombró su color verde vibrante y vistoso, repleto de venitas que cubrían toda su superficie. La miró a trasluz y le pareció ver a su alrededor un halo luminoso. Se acercó al tronco, pasó una mano sobre él y sintió su superficie áspera sobre la que una fila de hormigas ascendía y descendía al mismo tiempo. Desde que recordaba siempre había habido hormigas en aquel gigante. Eran parte integrante de él y vivían de él y para él. Incluso una vez habían invadido su casita de madera, y llegó a pensar que lo hacían obedeciendo quizás una orden del árbol para que lo libraran de aquellos intrusos que osaban hospedarse entre sus ramas. Poco después descubrió que las hormigas habían sido atraídas por los pedazos de pan y mermelada, abandonados tras los almuerzos empacados de la nana, especialmente dedicados a ser consumidos en la casa del árbol. En adelante, limpiaron bien después de devorar los emparedados y nunca más hubo una invasión.
Se fijó en la rama que había sujetado aquella casita endeble, hecha con tablas sacadas de las cajas de manzanas regaladas por el tendedero de la esquina, y sonrió. Recordó los juegos de bandidos y vaqueros; piratas y corsarios, unos defendiendo el castillo en lo alto de aquel árbol que parecía inmenso, y otros tratando de escalar, mientras de arriba llovía agua, orín, mangos verdes, maduros y podridos y hasta alguna que otra piedra recogida y guardada en el fuerte con premeditación y alevosía.
Entonces apareció en su memoria Juan y su caída desde lo alto. Alguien, nunca se pudo aclarar quien, lo empujó en el frenetismo de impedir que invadieran la fortaleza. Cayó y rebotó en el piso de tierra, rompiéndose un brazo y dando berridos tan espantosos que todo el barrio acudió a ver qué sucedía. El muchacho se curó pero el incidente tuvo como consecuencia que la casa del árbol fuese destruida y que se prohibiera construir otra en aquel lugar. Eso no impidió que las batallas se repitieran. El equipo que defendía el árbol lo siguió escalando, defendiendo su posición colgados de los troncos y ramas altas, mientras que los asaltantes intentaban conquistar la fortaleza ya sin sus murallas de defensa.
Buscó entonces con la mirada los frutos amarillos, ovalados y jugosos que usualmente colgaban de aquel ser enramado, y no vio ninguno. Recordó que no era temporada y que tendría que esperar algunos meses para ver brotar las primeras flores, que se convertirían en pequeños racimos de frutas verdes, los cuales crecerían y madurarían hasta convertirse en pelotas jugosas repletas de deliciosa carne amarilla. Se vio de nuevo niño, sentado en la misma banca ennegrecida que estaba todavía allí, y recordó sus manos trabajando en forma apresurada, quitándole la piel a una de aquellas frutas maduras, y sintió de nuevo el regocijo que lo invadía cuando se lo llevaba a la boca y hundía sus dientes en aquella masa apetitosa. Se llenó de saliva. Vio entonces a su madre con la cara apretada, los ojos echando chispas y señalándolo con el dedo mientras lo regañaba por la camisa y los pantalones manchados de jugo. También recordó a su padre, irritado a la hora de la cena por el poco apetito que sentía su hijo después de aquella comilona. Pero nada importaba. Ya los mangos estaban seguros en su estómago y en su boca sentía todavía el sabor tan especial de aquel manjar tropical.
- - ¡Papá! ¡Apúrate que tengo que terminar la tarea!
- ¿Por qué no sales?
- ¿Para qué?
- Para que veas el árbol.
- ¿No lo viste?
- Si, pero quiero que también lo hagas tú. Es tu proyecto, después de todo.
- Estoy apurado. El programa empieza en diez minutos.
- Olvídate de la televisión y ven acá.
- Pero papá…
- Sal Acá afuera hay algo más importante.
- Papá…
- Apúrate o no te ayudo.
- Bueno…
- Además, te tengo una sorpresa –agregó, mientras miraba hacia lo alto y pensaba en donde encontraría las tablas y los clavos que necesitaría.
Y con una sonrisa en los labios esperó a que el muchacho llegara. Y mientras lo hacía agradeció a Dios que su esposa esa tarde hubiera tenido que salir, y que por ello el se había encargado de la tarea de su hijo: describir un árbol.
La Culebra
Lucho cortaba el monte, separando con una rama pelada y punta en horqueta la hierba y hojarasca, dando golpes certeros con su machete afilado. Canturreaba canciones de su tierra bajo el inclemente sol tropical que lo hacía sudar a torrente. Avanzo un paso, metió el palo entre un herbazal tupido y, ¡zas!, una veloz culebra salto y mordió el campesino en el tobillo derecho, donde le dejo diminutos agujeros por los cuales comenzó enseguida a brotar sangre. Dio un salto hacia atrás y con un machetazo partió al ofidio en dos.
El hombre, invadido por el pánico, comenzó a dar alaridos y a correr cojeando hacia su choza de barro y pencas, de donde su señora, alarmada por los gritos, salía ya a recibirlo. Dando traspiés y ayudado por su mujer, el mordido entro a su rancho y se tiro sobre una pila de sacos que esperaban vacíos la próxima cosecha.
-Llama a Carmelo! – grito, mientras sostenía con sus dos manos la pierna accidentada.
La señora salió en carrera y Lucho, como pudo, apretó un pedazo de soga arriba de la herida, para tratar de contener el avance del veneno.
¡Ay, me muero!-gimió-. ¡Esta vez sí que me muero…!
Se recostó en su improvisado lecho y comenzó a temblar. Grandes gotas de sudor cubrieron todo su cuerpo y se sintió desfallecer. Todo le daba vueltas y la casa parecía como si estuviera a punto de caerle encima. Trato de incorporarse sin conseguirlo y comenzó entonces a manotear en torno a si, desacomodando los sacos y tumbando una pila de ellos sobre su cabeza, lo que aumento su confusión y pánico.
Fue entonces cuando comenzaron las convulsiones. Las primeras las sintió levemente, en la superficie de su cuerpo. Sin embargo, las que le siguieron fueron profundas y dramáticas, estremecieron todo su ser y le hicieron adoptar posturas grotescas. Su mente desvariaba y por ella comenzaron a transitar algunos pasajes importantes de su vida. Vio a su madre, hacía mucho tiempo ya fallecida, consolándola mientras le acariciaba el cabello y su padre, quien vivía lejos de allí, regañándolo por no haber tenido cuidado.
Las convulsiones aumentaron en intensidad hasta hacerle perder el control casi por completo.
-¡Ay, madre de Dios!-gritaba-. ¡Diosito, no me abandonéis! ¡Piedá!
Y seguía retorciéndose en el suelo de tierra.
De pronto la puerta se abrió, sin que Lucho se diera cuenta, y entraron su mujer y algunos vecinos atraídos por el tumulto.
Enseguida apareció en la puerta Carmelo, el curandero, quien traía en la mano una maleta vieja llena de pócimas, y en la otra la culebra partida en dos.
-¡Lucho!- llamo su mujer. - ¡No te hagáis el bobo y párate de allí!
El mordido no contesto y seguía estremeciéndose, aunque al oír la voz de su consorte abrió un ojo.
-¡Ay, mujer, me muero! – exclamo el mordido con voz casi inaudible-. ¡Decile al brujo que me prepare el te pa’ cúrame!
-¡Que te ni que nada! –interrumpió el yerbero-. ¡Eso yo lo doy yo a los enfermos y no a los mordidos por una ratonera sin veneno! ¡Parece que usted está más sano que yo!
Lucho miro a su alrededor, y sus ojos se clavaron en la culebra que el curandero tenía en la mano. Se quedó así unos instantes tratando de asimilar lo sucedido y, lentamente, con movimientos vacilantes, se incorporó de su lecho de agonía.
-¡Jooo..!¡Lo que hace el mieo, ¿Noo? – Y trato de emitir una leve sonrisa.
Todos rieron, inclusive Lucho, aunque sabía que en los años venideros muchos volverían a burlarse de él cuando se contara esta historia en las noches lluviosas de aquella apartada región del país.
Análisis:
Personajes:
Lucho, Carmelo el curandero y la mujer de lucho.
Lugar donde transcurre el cuento: El campo y una choza de barro y pencas.
Opinión Propia: Este cuento me dio mucha risa, la verdad es muy entretenido y afirma que la mente es una arma de doble filo.
Resumen: Lucho cortaba la hierba con su machete tranquilamente escuchando típico como de costumbre, cuando de repente le muerde una culebra en el tobillo derecho, y comienza a brotar sangre.
Salió corriendo a su choza a gritos, llamando a su mujer, ¡Que buscara al curandero!
Mientras eso pasaba, Lucho, recostado en su improvisado lecho, le comenzaron las convulsiones, en donde ve a su madre, ya fallecida, consolándolo mientras le acariciaba el cuello, y a su padre, regañándole, que tuviera más cuidado.
Luego de todo eso, llego el curandero Carmelo con pociones y la culebra partida en dos y es que resulta ser que la culebra era inofensiva... Todos rieron aunque, sabía que en unos años más adelante se volverían a burlar de él, queda como una historia para contar en las noches lluviosas.
Los Jueves en la Tarde


Mari me había pedido que investigara y no pude negarme. Y no solamente porque Mari era mi mama. La verdadera razón es que me había invadido una curiosidad muy grande y quería averiguar el secreto. Por ello decidí aceptar y enterarme que hacia mi padre todos los jueves en la tarde.
Colocha, su suegra, había prevenido a mama. Le dijo que sus hijos ponían la mano en el fuego con Mario y Hernancito; pero Quiquito y Michito, definitivamente no. Me imagino que Mari rio cuando oyó aquello acerca de sus Michito y no le hizo mucho caso. No obstante, cuando papa comenzó a desaparecer todos los jueves en la tarde, sin excepción, recordó las palabras de Colocha y su rostro comenzó a mostrar la tensión que sentía. Decidió entonces averiguar que hacia Michito aquella tarde de la semana.
Primero le pregunto despacito, con cariño. No logro nada. Su cónyuge contesto con evasivas y al rato se encerró en el baño de donde no salió por la próxima hora. El es aficionado a encerrarse en esta parte del apartamento, pero solo por veinte o treinta minutos. Aquello aumento las sospechas de mi madre y renovó sus esfuerzos por averiguar la solución al misterio.
Su segunda táctica consistió en preguntarle a sus amigos usuales; con tacto, por supuesto. Pero también negaron saber nada. Además, pusieron cara de asustados y le afirmaron enfáticamente que ellos nunca desaparecían ni los jueves, ni ningún otro día de la semana. Aunque “por si las moscas”, le pidieron no comentar el asunto con sus esposas. Mama no quería armar líos en casas ajenas y se abstuvo de hablar sobre el tema con sus amigas, aunque si vio sospechoso que en las próximas semanas casi todos se reportaron religiosamente con ella llamando y preguntando por mi padre todos los jueves en la tarde.
Mi madre, ya un poco desesperada-y ella es una persona muy paciente-, decidió, llamarme y pedirme que averiguara el destino de Michito. Yo, ni corto ni perezoso, se lo pregunte, con tan buen resultado que me lo dijo enseguida. Ahora yo también desaparezco todos los jueves en la tarde sin excepción.
Análisis:
Personajes: Mari, Colocha, Mario, Hernancito, Quinquito y Michito.
Lugar donde Transcurre el cuento: El edificio en donde viven
Opinión personal: Este cuento se asemeja a una relación disfuncional, en la que la esposa empieza a sospechar que el marido la esta engañando o algo parecido. Al igual, el hombre no habla con su esposa para decirle que no se tiene que preocupar de nada, si nada esconde.
Resumen: Mari, la esposa de Nichito, le mandó a investigar a su hijo sobre el destino de Nichito todos los jueves por la tarde?
Colocha, su suegra, la previno, diciéndole que ella por sus hijos Mario y Hernancito, ponía la mano en el fuego, pero por Quiquito y Michito, definitivamente no. Ella rió. No obstante, cuando su esposo comenzó a desaparecer los jueves, recordaba lo dicho por su suegra y alborotó su curiosidad.
Primero, le pregunto despacito, con cariño. No logró nada. Su conyugue la evadía y se encerró en el baño por una hora. Eso aumentó más sus sospechas y le comenzó a preguntar a sus amigos, y ellos decían no saber nada, pero que no le dijera a sus esposas.
Fue tanto que le dijo a su hijo que le preguntará, este fue y su padre le contestó y desde ese entonces, los dos desaparecen con los jueves por la tarde.
A continuación, una lista de sus obras:
- 1976, Las Cortes Internacionales de Justicia
- 1977, Reflexiones de Derecho Judicial
- 1985, Compañías Panameñas
- 1988, Panamá, un viejo lugar bajo el sol
- 1998, Soñar con la ciudad
- 1994, La danza de las mariposas
- 1996, La ventana abierta
- 1995, La Isla de las Iguanas
- 2000, 4 Mujeres vestidas de Negro
- 2007, El Desenterrador
- 2009, Ojitos de Ángel
- 2012, Míster Politicus
EL POETA DON JERONIMO DE LAS OSSA
Nació en Panamá, el 9 de abril de 1847. Fue un poeta del romanticismo. Realizó sus estudios en Chile, donde egresó como ingeniero civil. Sus poemas resaltaron por su sencillez. Dicha obra poética fue publicada en semanarios, pero buena cantidad de ellas las escribió en su época de estudiante.
Fue el hijo menor, y sus hermanos fueron María Ossa y Francisco Ossa. Su familia se trasladó a Chile cuando él era un niño. Posteriormente, cuando fue un joven realizó sus estudios universitarios en laUniversidad de Santiago, llegando a convertirse en un profesor de Matemáticas.
Sus versos más conocidos fueron publicados en Valparaíso. Además colaboró en publicaciones de aquella época, e incluso incursionó en el periodismo, en que también colaboró.
Es muy conocido su aporte, ya que fue el que compuso el Himno Nacional de Panamá. Y en cuyas estrofas se evidencia un fervor patriótico hacia su país. Por tal motivo está catalogado como uno de los poetas más epónimos del siglo XX.
El 5 de julio de 1879 se compromete en matrimonio con Angélica Bergamoto, quien era la hija de un adinerado comerciante de Italia, el cual radicaba en la vecindad de Santa Ana. Con el tiempo simplificó su nombre y en vez de “De la Ossa” pasó a llamarse “Jerónimo Ossa”.
El 29 de diciembre del mismo año fue miembro de una Comisión de Honor, que tenía el propósito de recibir a Fernando de Lesseps, donde tuvo la oportunidad de leer un poema que le dedicó al canal francés. Otorgándosele un año después una Medalla de Oro por dar apertura a los trabajos de dicho canal.
Miró los horizontes de la política con buen talante y en 1880, al lado de Mateo Iturralde y Francisco Ardila, fue partícipe como expositor en un mitin que se realizaba en la Plaza de Santa Ana, que fue un apoyo en contra de la injerencia estadounidense en su país.
Posteriormente fue nombrado Inspector de los Puertos de Panamá (1881) y una vez más mostró su retórica en honor a Lucien Napoleón Bonaparte Wyse. También fue presidente del Consejo Municipal de Panamá (1885).
Además fue fundador del Instituto de Ingenieros de Santiago de Chile; Ingeniero Jefe del Servicio Marítimo de la Compañía del Canal Francés. Por último trabajó con vehemencia y perspicacia en el Consulado General de Chile en Panamá.
Falleció el 6 de septiembre de 1907, a la edad de 60 años.
Poesías de Jerónimo de la Ossa:
La Fuente Del Paraíso
De una colina en la gentil ladera,
al fin de una quebrada primorosa,
hay oculta una fuente misteriosa
bajo un bosque de crespa enredadera.
al fin de una quebrada primorosa,
hay oculta una fuente misteriosa
bajo un bosque de crespa enredadera.
Feliz vive el amor en su ribera,
el genio del placer allí reposa
y en su linfa escondida y milagrosa
calma su sed la humanidad entera.
el genio del placer allí reposa
y en su linfa escondida y milagrosa
calma su sed la humanidad entera.
Desde su fondo de pulida grama
en vívida corriente inagotable
la ardiente savia de los goces mana.
en vívida corriente inagotable
la ardiente savia de los goces mana.
Produce una embriaguez inexplicable.
Y aunque suele dar muerte su bebida
en ella está el principio de la vida.
Y aunque suele dar muerte su bebida
en ella está el principio de la vida.
3 de Noviembre
El Sol bajo las ondas escondía
Su cortejo de nubes y colores,
Y entre espumas de nítidos albores
La Luna majestuosa aparecía.
Su cortejo de nubes y colores,
Y entre espumas de nítidos albores
La Luna majestuosa aparecía.
Toda una historia terminó ese día!
Nueva Virgen de plácidos amores,
Entre laureles y preciosas flores,
Al cariño del mundo se ofrecía.
Nueva Virgen de plácidos amores,
Entre laureles y preciosas flores,
Al cariño del mundo se ofrecía.
Sopló el terral su voluptuoso aliento,
Las aves entonaron sus cantares
Y modularon su más dulce acento!
Las aves entonaron sus cantares
Y modularon su más dulce acento!
Del la alma Libertad en los altares
Levantó su estandarte al firmamento
La señora sin par de los dos mares.
Levantó su estandarte al firmamento
La señora sin par de los dos mares.
Coyugal
¿Quién es esa mujer a quien adoro,
A quien consagro toda mi existencia,
Y por verme amoroso en su presencia
No la trocara por ningún tesoro?
A quien consagro toda mi existencia,
Y por verme amoroso en su presencia
No la trocara por ningún tesoro?
Mi alma y mi corazón alzan un coro,
Porque en mí se ha formado la creencia
Que no debo aspirar gloria ni ciencia
Porque Ella tiene cuanto al cielo imploro.
Porque en mí se ha formado la creencia
Que no debo aspirar gloria ni ciencia
Porque Ella tiene cuanto al cielo imploro.
De mis dulces ensueños juveniles
Fue la imagen mas bella y más querida!
La busqué del cariño en los pensiles,
Fue la imagen mas bella y más querida!
La busqué del cariño en los pensiles,
Y al entregarle con mi amor la vida,
Formamos lazo indisoluble y fuerte,
Que no puede romper la misma muerte.
Formamos lazo indisoluble y fuerte,
Que no puede romper la misma muerte.
Siempre
¡Por qué te adoro mujer,
Por qué solo en ti reposa
Toda la existencia hermosa
Que es esencia de mi ser!
Por qué solo en ti reposa
Toda la existencia hermosa
Que es esencia de mi ser!
Eres mi dulce consuelo:
Tu amor es toda mi historia,
Y sola encarnas mi gloria
Como cielo de mi cielo!
Tu amor es toda mi historia,
Y sola encarnas mi gloria
Como cielo de mi cielo!
Si pienso en el porvenir,
Mi pensamiento me advierte
Que no me importa la muerte
Si á tu lado he de morir!
Mi pensamiento me advierte
Que no me importa la muerte
Si á tu lado he de morir!
Porque rompiendo los lazos
De la vida de improviso,
Conquistaré el paraíso
Al morirme entre tus brazos.
De la vida de improviso,
Conquistaré el paraíso
Al morirme entre tus brazos.
A Panamá
Desde lejos admiro, patria mía,
tu cielo azul; tu claro firmamento,
y de tus cristalinos ríos siento
y en los vírgenes bosques, el rumor;
miro tu noche bella, iluminada
por la pálida luz del astro hermoso,
y percibo el aroma caluroso
que te lleva el aroma de la flor.
tu cielo azul; tu claro firmamento,
y de tus cristalinos ríos siento
y en los vírgenes bosques, el rumor;
miro tu noche bella, iluminada
por la pálida luz del astro hermoso,
y percibo el aroma caluroso
que te lleva el aroma de la flor.
Hermoso es en verdad el sol, de Chile,
y hermosas por demás son las chilenas.
Pero, ay! al recordar las panameñas
un gozo siente mi alma sin igual.
y al ver del mar las turbulentas olas,
y al huracán rugir con saña fiera,
recuerdo tu bahía placentera
y sus ondas escucho murmurar.
y hermosas por demás son las chilenas.
Pero, ay! al recordar las panameñas
un gozo siente mi alma sin igual.
y al ver del mar las turbulentas olas,
y al huracán rugir con saña fiera,
recuerdo tu bahía placentera
y sus ondas escucho murmurar.
Quiera Dios que la suerte venturosa
te devuelva al hogar de mis amores,
donde lucen, hermanas de las flores,
bellas niñas de lánguido mirar.
te devuelva al hogar de mis amores,
donde lucen, hermanas de las flores,
bellas niñas de lánguido mirar.
Entonces tornará la dicha mía
y para siempre cesará mi llanto
porque en tus playas hallaré mi encanto,
que no hay dicha distante del hogar.
y para siempre cesará mi llanto
porque en tus playas hallaré mi encanto,
que no hay dicha distante del hogar.
GLOSARIO
LEMA DE LA RAE: LIMPIA,FIJA Y DA ESPLENDOR
1.Accidentada: Dicho de una persona: Que ha sido víctima de un accidente
2. Alagar: Aplicar o alcanzar a nuevos objetos o límites una facultad o actividad.
3.Almuerzos: Caldo o primer plato del almuerzo o comida principal.
4.Apéndeces;Cosa adjunta o añadida a otra, de la cual es como parte accesoria odependiente.
5.Apreto: Estrechar algo contra el pecho o ceñir, de ordinario con la mano o los brazos.
6.Bandidos: Persona que roba en los despoblados, salteador de caminos.
7.Consolandola: Aliviar la pena o aflicción de alguien.
8. Cónyuge : Persona unida a otra en matrimonio.
9.Choza: cabaña (‖ construcción rústica).
10.Dramáticas: Perteneciente o relativo al drama.
11.Encantamiento: Acción y efecto de encantar.
12. Enfáticamente: Con énfasis.
13.Entremeciendose: Sentir una repentina sacudida nerviosa o sobresalto en el ánimo.
14.Escalar: Subir, trepar por una gran pendiente o a una gran altura.
15. Ficción: Acción y efecto de fingir.
16. Fictioso: Fingido, imaginario o falso.
17. grotesca: Ridículo y extravagante.
18. Inclemente: Dicho del tiempo: Riguroso, muy desapacible.
19. Intesidad: Vehemencia de los afectos del ánimo.
20. Inaudible: Que no se puede oír.
21. Ovalados: De forma de óvalo.
22. Recocijo: Alegría intensa o júbilo.
23. Sujetado: Someter al dominio, señorío o disposición de alguien
24.Tradición: Transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación.
25.Trasluz: Luz que pasa a través de un cuerpo traslúcido.
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